martes, 19 de agosto de 2014

Dos sonetos.

I

Como me pesan estos ojos áridos,
el llano que me responde con ecos
y tu, mi niña de los sueños secos
que me llena de estéril sopor álgido.

¿Y como rehuir los recuerdos pérfidos?
Ya que ni el silencio de mi desierto
calma los delirios y los tormentos
del alma débil de un pobre romántico.

Los murmuros de cada noche helada
Silencian el resollar de la arena
y las dunas airadas con el alba

Gritos de la vigilia acalorada,
Subyugan las voces del sol, eternas,
al arbitrio de un poeta de cagada.

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II


Me duele hasta la caricia del viento,
el beso de Dios, el amor materno,
el abrazo de los campos de lirios,
el mirar de dos cielos infinitos.

Vivía en los desvaríos de su tiempo,
y del arcano vuelo de unos bellos
y armoniosos cantos de un grácil mirlo
consagrados a su piel de narciso.

Pues ya no tengo el rojo arrullo
de la blanca y ambar luna querida,
ni el cantar apacible del diluvio.

Y es que en la silente y muda poesía
convergen los dolores del mundo,
mi deseo, mi muerte y mi porfía.

-Patricio Contreras Cantú.
16/08/14

viernes, 1 de agosto de 2014

Su rostro mora en mis oprobios...

Su rostro mora en mis oprobios.
Se cuela por los ventanales,
en las rendijas de un nosotros
negado, pasado, pasado.

Se le oye silbar en el viento,
recitar su voz en los cantos,
escuchar su risa en las flores,
dejar su olor en los campos.

Su lengua me lame las manos,
endulza mi pueril patraña
con su fulgor incandescente
y su rostro de altiva maja.

Su ausencia suena en mis palabras.
Unas palabras que me niegan
un lugar donde, hecho brazas,
he de caer muerto, muy muerto.

01/08/2014